En el anterior post, hablábamos de la garantía que presentan fundamentalmente los paneles solares. En el de hoy hablaremos del inversor, la otra “pata” de una instalación fotovoltaica.

Curiosamente, mientras los paneles solares presentan una garantía de más de 20 años, en el caso de los inversores ésta se reduce significativamente. No tanto por el material del que están hechos sino porque, digamos que es el “cerebro” de la instalación por lo que sufrirá todo el peso del funcionamiento. 

De esta manera, la garantía de un inversor suele rondar los 5 años, aunque su vida útil puede prolongarse hasta los 10. Esto significa que, seguramente, deberemos cambiar al menos una vez este dispositivo durante toda la vida útil de nuestra instalación fotovoltaica. 

Esta garantía se entiende a partir de su instalación y puesta en funcionamiento y contempla defectos de los materiales o de fabricación. 

Cuidados del inversor

Aunque están hechos para aguantar las inclemencias del tiempo, la realidad es que un aparato tan importante merece la pena que esté situado a resguardo, por no decir, directamente en el interior de la vivienda o inmueble donde vaya colocado. Esto es porque como todo aparato electrónico, cuanto más protegido esté de los cambios de temperatura o la humedad mejor rendimiento tendrá. En este sentido, cerca del cuadro eléctrico general es un buen lugar, pero en instalaciones muy grandes es lógico que pueda estar en otro lugar siempre y cuando los metros de cable hasta él no sean excesivos. Esto supondría un sobrecoste en la propia instalación. 

Como ocurre con otros productos o servicios, en ocasiones podremos contratar la extensión de la garantía. Esta la ofrece o bien el instalador u otras empresa que faciliten éstos servicios específicamente.